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martes, 11 de marzo de 2014

Evocaciones mitólógicas y mitos

23:52

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Imagen: Cuentos y Leyendas de Honduras
Esta leyenda forma parte de la tradición oral de los indígenas lencas, en Honduras. Los puntos fundamentales de la trama, que se puede dividir en dos partes, de este relato son los siguientes:

Primera parte: 
  • Un niño y una niña se bañaban en una laguna.
  • El padre empieza a azotar al niño porque este afirma que puede observar un duende; sin embargo el padre no puede verlo y por eso se enfurece.
  • El duende le dice al padre que, si la razón por la que le está pegando al niño es por culpa suya, que mejor lo azote a él. El duende recibe los azotes por el niño, quien no siente nada.
  • El duende se convierte en humano y le muestra al padre las marcas de los latigazos, que el le había dado a su hijo, en su espalda.
Segunda parte:
  • La madre de los niños muere y el padre se casa de nuevo. Su madrastra quiere deshacerse de los niños (en el relato llamados cipotes).
  • El padre trata de perder a sus hijos llevándolos al monte.
  • En el primer intento de perderlos, el niño marcó el camino rompiendo ramitas por donde pasaba. La segunda vez la niña lleva ceniza en su vestido, marcando de esta forma el camino. La tercera vez el padre vigiló bien a sus niños, y estos no tuvieron la oportunidad de marcar el camino que los llevaría de vuelta a su casa.
  • Al poco tiempo de estar perdidos los niños oyen el canto de un gallo y un jolote (chompipe), que los lleva a la laguna.
  • En la laguna observan una casa, de la que sale el duende, quien los recoge. Los niños se quedan a vivir con el duende en la laguna.

Presentamos en las páginas que siguen, declaraciones, discusiones y mitos de campesinos de la tradición lenca, que explican las modalidades de acuerdo con sus convicciones religiosas por lo que atañe al origen y viabilidad de los rituales domésticos, enfocando especialmente las composturas.

Antonio Rodríguez, quien es un rezador de composturas, se expresó así:

Hacer las veneraciones (composturas) es como sembrar con abono: abono es la sangre del pollo, las candelitas, el fresquito (chicha). Yo no ando con abono (químico). Si Dios me lo quiere dar, Él me lo va abonar. El abono es rezar, encomendar a Dios y a la Santa Tierra, hacer las veneraciones para todas las siembras: de maíz, de papas, para las frijoleras, las tomateras, todo de la tierra. Ya no rinde la tierra porque ya no cree la gente en Dios. ¿Porqué se nos va acabando toda la alimentación? Porque ya no creemos en Dios.

Las veneraciones se hacen a los ángeles. Buscamos como venerarlos con rezos, cohetes, primicias de la tierra; a recordar a los ángeles porque ellos nos dan agua y todas las frutas de la tierra. Los ángeles son mandados por Dios y hacemos las veneraciones y los ángeles para que vengan buenas cosechas. Si no las hacemos vienen enfermedades y malas cosechas. Dios Nuestro Señor, nos dejó estas reverencias, pero los mayas también hacían sus veneraciones.
Sigue una discusión entre varios campesinos en el cabildo de la aldea de Guajiquiro, Departamento de La Paz, que tuvo lugar en 1996.

Cuenta el Señor Silvestre Pérez:
Los del siglo anterior eran incrédulos de la religión apostólica romana. Trabajaban mucho. Eran incrédulos hasta la llegada de los misioneros. Entonces, en el siglo anterior, había muchos duendes. Tenían visiones y animales que no eran de este mundo, partidas de aves, de cabras y de ganado. Los duendes eran los dueños de los cerros. Cuando alguien entregaba un niño al duende, éste le daba riqueza, ganado.
Aclara el Señor Baltazar López:
Los duendes vivían en la cueva de La Mula, por Dolores (Departamento de Intibucá), pero ahora ya no.
Sigue Pérez:
Los Duendes andaban en público.
Comenta López:
El duende iba tras una muchacha y si ella iba con él (consentía), le daba riqueza.
Relata Pérez:
Un duende contaba a la mamá de un niño que le daría un potro si le regalaba su niño. Pero ella no se lo regaló, no quiso que se lo quitara, pero de todos modos el niño murió. Siempre se lo llevó el duende pero no lo llevó de la voluntad de la madre. Ella se portó bien pero otros no, al contrario. Y por eso, de allí venía el diluvio, porque no se acordaban de Nuestro Señor. Vendieron sus niños a los duendes. Pero nosotros somos después del diluvio. De allá para acá es otra generación, la generación de Noé. Aquellos (del siglo anterior) quedaron vencidos. Ahora para acá los cerros son benditos. Los padres han venido a bendecirlos. A nosotros también nos echaron agua bendita para que se vaya el genio de la tierra, los malos espíritus, para que seamos hijos de Dios, hijos del copal y la candela, del agua bendita. Cuando el diluvio, el Señor ordenó a Noé hacer el arca con la ayuda de sus tres hijos. Cuando terminaron el arca encerraron en cada cuarto del arca una pareja de todos los animalitos. Vino el Señor y dijo: “Enciérrense”. Y encerraron de todo ser dos. Vino la lluvia durante cuarenta días y cuarenta noches —todo era un mar. Este cerro es alto (el de Guajiquiro) pero el agua subió a setenta y cinco codos arriba (de la cima). Cuando cesó el agua no se secaba la tierra. El Señor ordenó que soplara el viento y el viento la iba secando. Cuando ya estaba medio seca sacaron una paloma del arca, pero no volvió. Se cayó en el agua y se ahogó. Noé esperó otros ocho días y sacó un cuervo a las tres de la tarde. Pero éste volvió al arca a descansar en la ventana porque no había donde sentarse en la tierra. A los ocho días más Noé volvió a sacar otra paloma y ésta si ya trajo de vuelta, arena y una ramita de olivo. Entonces el arca cayó al suelo. Pero todavía la tierra no tenía firmeza, estaba movida de agua. Noé esperó otros ocho días para que se secara más. Sacó otra palomita cuando vio que la tierra estaba más dura… Nosotros descendemos de Noé, de los tres hijos de Noé. Ya no (desde el diluvio) hay genios en la tierra, ni malos espíritus de los cerros, de los nacimientos de agua, de las quebradas se acabaron todos.
Objeta López:
Sí hay.
Consiente Pérez:
Siempre están molestando, es cierto.
Interviene el Señor Pedro Correa Martínez:
En revelaciones, en sueños le sale una serpiente. Uno riñe con ella y como somos cristianos la vencemos.
Continúa Pérez:
Cuando labramos la tierra, nos molestan (los malos espíritus) somos labradores de la tierra y allí está donde molestan los genios.
Añade Correa:
Hay lugares muy ofensivos ríos especialmente donde están los malos espíritus, en Guajicerito, en Jicarito, en la Flor (caseríos de Guajiquiro). Algunos aparecen en las aguas y otros por los caminos. Se transforman en animales en leones, gatos del monte o un perro y le atacan a uno como queriendo cazarle.
Comenta López:
Un señor salía a cazar mucho pero nunca hizo ninguna ceremonia. Después quedó como cachonado, (medio tonto) porque no había hecho sus composturas a los duendes (de los animales de la caza). Un señor rico tenía una fiera de nagual. Mataron al nagual y él quedó muerto también. Esto es cierto. No es creencia.
Correa cambia el tema:
Cuando un animal (espíritu de un difunto) visita su familia el puro (cigarro) se quema como un cajoncito (la ceniza pegada al puro toma la forma de un cajoncito). Entonces se manda a rezar a las ánimas. Es que uno anda en pena. Rezando se le da descanso. También le ponen candelas en el altar de la casa y le dan copal. Primeramente el copal porque es más fuerte que el humo del tabaco.
Otro presente:
Cuando el puro se quema de un solo lado y hay un enfermo en la casa, podría ser (la causa de la enfermedad) el genio de la tierra. Quiere decir entonces que el enfermo vio un duende. Entonces frente al altar se da copal y agua bendita y se bendice al enfermo.
Explica López:
El rezador lo bendice. Primero rezan (cuando alguien se enferma) y luego si no le llega, se le da medicina.
Pérez añade:
En febrero había mucha gripe aquí. Provino del profundo hielo. Ahora no hay guineos. También los ocotales mueren de la plaga. Todo eso es mandado por Dios. Nos quiere castigar, hasta con el agua (la lluvia) que no ha venido.
Y Correa resume:
Dios todo lo maneja, mediante buenos y malos.
Luego Pérez:
Hemos faltado con el maicito (el maíz). Le damos a los animales, a los chanchos (cerdos), y a las bestias, lo llevamos al comercio. Sería ésta la falta que hemos hecho. Yo no engordo chanchos con maíz ni lo doy a las bestias. Sólo les doy maicillo cuando hay. Pero los ricos, un rico que conozco tiene sesenta chanchos, sí les dan el maíz. No se debe darlo a los animales.
Pérez y López juntos:
Ni al comercio. El maicillo es para los animales, el maíz grueso no.
Pérez sigue:
Yo lo paso rezando. Hago veneraciones en mi casa. Primero copalco el maíz y los frijoles que nos da la Santa Tierra Virginal.
Responde López:
Se reza mucho para las veneraciones. Se hace una cruz de pino. Aquí no usamos zomos pero sí matamos un pollo y su sangre es para la tierra. También echamos cacao en el chilate (bebida de maíz) y un trago de aguardiente. Prohibieron la chicha aquí.
Y finalmente Pérez:
También hacemos veneraciones cuando levantamos la cosecha. Antes era tres veces para el maíz, pero ahora con una vez para la siembra dicen que es suficiente.
Todos, menos el Señor López, me mostraron sus escapularios y cruces colgados de listoncitos que llevan alrededor del cuello y caen sobre el pecho dentro de la camisa abierta de manera que se les vea. “Es para la defensa de uno. La cruz es una gran defensa”, me explicó la señora Enriqueta Mendoza.

Tomado del libro Antología Filosófica. Vilma Mondragón.

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